miércoles, 27 de abril de 2011

Soledad

Las horas tiñen de noche al aire. El tiempo, ese tono azul. Frío, y casi... casi negro, a la vez. Ese que hiela la nariz, el cuello y los gestos. Ese que tersa mi rostro. El de manos en bolsillos. El que impide hacer nada. El que te obliga a mirar al mismo punto. A la misma nada.
Noche en la que lobos habitan. En calles de luz blanca en sus ojos. De callejones retorcidos y sin salida.
Inteligencia que agazapada espera. Que maneja a su antojo la vida, la vida que no es suya.
Será esa luna que me distrae. Que me atrapa. Que me mantiene atento. Que me libera. Esa lejana, blanca y desierta. Como esos ojos. Esos que visten la noche.
Esa que espumadas nubes evitan. Que parece que evitan, como si supiesen que deben dejarle paso. Permitiendo que la vea. Causando un marco alrededor de ella en lo que parece artificial acto de fotografía.
Nubes a su paso desplazan aire. El que parece venir del final de la calle. Esa brisa que me intenta provocar escalofrío. Que intenta que dirija mis ojos al lugar de donde creo que proviene. Para ver la nada. Fijarme en algo extraño que parece que espero encontrar pero que no existe, y levantar sin esfuerzo despues los ojos de nuevo. De nuevo y de vuelta a esa luz que me acompaña. Que me acompaña en mi paseo.
Paseo sobre polvo que en apariencia es gris. Tono gris por las horas, por la luz que lo levanta. Ese que mis pasos despegan del suelo al andar. El mismo que salpica al aire cuando rasgo  un pisar a causa de mi intención. Patadas a pequeñas piedras que en él encuentro.
Perderme.
Caminos, senderos solitarios. Cuestas que llevan donde de de día sé. Donde de noche procuro olvidar. Intentando desconocer e imaginar. Tras sombras de árboles que con descaro y curiosidad obervo, procuro perderme. El palidecer del mundo que me rodea. De esas montañas que parencen descansar en tonos grises y negros por la distancia. Huyendo del azul del dia. Del color que viste la maleza que los puebla.
Montañas forradas por papel de lija. Que impresion de aspereza parece que provocaría rozarlas. Rozar su silueta si pudiese. Silueta bien recortada por perfecta mano de tijera.
Lija áspera, fria y seca que me trae ese aire que me roza. El que me da la mano, como esa luz. Como esas miradas de lobos solitarios que intuyo, aunque no vea. Que presiento y que no me incomodan. Sé que no se acercarán a mi. Ellos también prefieren la soledad de esta noche. Soledad que no arruinarían encontrándose conmigo.

3 comentarios:

  1. Hola, íntimo, leal blog, profundas entradas,si te gusta la palabra en el tiempo,la poesía, te invito al mio,será un placer,es,
    http://ligerodeequipaje1875.blogspot.com/
    gracias, buen día, besos cómplices...

    ResponderEliminar
  2. Gracias por tus palabras. Con gusto pasaré por el tuyo.Un abrazo.

    ResponderEliminar
  3. Este texto en particular,me encanta.Realmente es muy profundo.Muy buenas letras...
    un beso =)

    ResponderEliminar