domingo, 12 de febrero de 2012

Plano

Suenan campanas, o al menos algo metálico en desquiciante sinfonía.
La que me despierta en voces de coro envuelta. De sabanas vespertinas que al tirar de ellas me hielan.
De donde vienen esas ganas. Las de darlo todo por perdido. Las de no luchar.
En aquella barra todo parecía distinto.
 El alcohol de pegatina.
Las embriagadoras nubes de humo que a su paso formaban aquellos hilos.
Tras las esperazanzas nunca corrimos.
Supimos aguardar al tiempo. En aquella parada en blanco y negro donde ya nadie riega. Donde es el sol y la lluvia quienes cuidan de ella.
Como si el reloj andase parado. Aguardando en una esquina para salir disparado de nuevo.
En aquel rincón donde nada se mueve. Donde el universo se muestra paralítico y desolador.Confortable y tranquilizador.
Es el silencio de un día.



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